Pirulero
Intentamos dar vuelta a las preguntas, el por qué nos disfrazamos, si hay placer en ser otra/o, si queremos atraer o distraer las miradas ajenas, muchas preguntas más… y todas resultaron opciones posibles (cada cual atiende su juego). Son extraños los modos en que la mundialización de los medios opera sobre las posibilidades ‘aceptadas’ acerca de la imagen social actual. Sin profundizar demasiado en ello, elegimos esta vez pensar en la perversión que implica a la vez una homogeneización (para suponer que podemos creer que estamos ‘dentro’) y una heterogeneización (para sentirnos ‘singulares, diferentes’). Dos fuerzas opuestas que en sí podrían resultar complementarias y enriquecedoras si no fuera por la constante exacerbación del ‘yo’ que promueven los medios hegemónicos de comunicación y las grandes trans/multinacionales.
Hallamos interesante el término con que el equipo de Consume hasta morir denominó de alguna manera al sistema confuso de fuerzas avasalladoras: egonómico, y dicen “el vecino, esa expresión cercana de lo colectivo abstracto, ya no sirve ni para envidiar: ‘Si a su vecino no le gusta, probablemente hemos acertado’. Y sentencia el anuncio del coche (Ínfinit): ‘Una experiencia no apta para todos los gustos... pero usted no es como todo el mundo’.”(1)
Y una de las preguntas que nos surgen es si al momento de consumir, aún cuando sea este consumo en función de un gusto o placer, ¿por qué debería importarnos primero si otra/o ya lo tiene, si es único o si tiene algo de estrambótico que hará la diferencia? ¿por qué no focalizarnos únicamente en la razón o pasión que nos impulsó a ese acto de consumo, es decir, la satisfacción propia de tal gusto o placer? Una vez más, los mecanismos son extraños o nos extrañan, nos hacen distanciarnos incluso de nosotras/os mismas/os a fin de forzarnos a formar parte de una rueda predeterminada por otros, y en esta rueda rodamos disfrazados, como podemos, con lo que podemos y, si tenemos suerte, a veces conformes a nuestra identidad o respetuosos de nuestra esencia.
Un amigo-hermano madrynense, Rafael(2), voluntariamente radicado hace años en Madrid, actor, acróbata, equilibrista, malabarista (y muchas otras profesiones que nos sacan sonrisas) dijo acerca de sus disfraces: “Es un disfraz, un abrigo que te protege del frío de las modas. El más poderoso y pequeño disfraz es una nariz roja. A partir de ahí, todas las Artes están invitadas a retocar el vestuario. En la vida social, me disfrazo de "Mi". "Mi" no lleva nariz roja, y es algo a lo que me intento parecer, sin éxito. Cuando trabajo es lo contrario y mis disfraces son más extremos. De hecho más conforme estoy, cuanto menos me parezco a "Mi". No hay disfraz, sin al menos un ápice de Arte. Creo que me disfrazo, porque cuando sea grande, quiero ser Artista...”
Rafa nos deja otra opción que se suma, pensar el disfraz para ser una/o o muchas/os, para que las fuerzas opuestas se atraigan y enriquezcan, para ser posibilidades, para jugar a ser grandes… y el que no, una prenda tendrá.
(1) www.letra.org (consume hasta morir – yo, yo y yo style life)
(2) Rafael Dante Rúa Sánchez. www.chimichurricirco.com
Intentamos dar vuelta a las preguntas, el por qué nos disfrazamos, si hay placer en ser otra/o, si queremos atraer o distraer las miradas ajenas, muchas preguntas más… y todas resultaron opciones posibles (cada cual atiende su juego). Son extraños los modos en que la mundialización de los medios opera sobre las posibilidades ‘aceptadas’ acerca de la imagen social actual. Sin profundizar demasiado en ello, elegimos esta vez pensar en la perversión que implica a la vez una homogeneización (para suponer que podemos creer que estamos ‘dentro’) y una heterogeneización (para sentirnos ‘singulares, diferentes’). Dos fuerzas opuestas que en sí podrían resultar complementarias y enriquecedoras si no fuera por la constante exacerbación del ‘yo’ que promueven los medios hegemónicos de comunicación y las grandes trans/multinacionales.
Hallamos interesante el término con que el equipo de Consume hasta morir denominó de alguna manera al sistema confuso de fuerzas avasalladoras: egonómico, y dicen “el vecino, esa expresión cercana de lo colectivo abstracto, ya no sirve ni para envidiar: ‘Si a su vecino no le gusta, probablemente hemos acertado’. Y sentencia el anuncio del coche (Ínfinit): ‘Una experiencia no apta para todos los gustos... pero usted no es como todo el mundo’.”(1)
Y una de las preguntas que nos surgen es si al momento de consumir, aún cuando sea este consumo en función de un gusto o placer, ¿por qué debería importarnos primero si otra/o ya lo tiene, si es único o si tiene algo de estrambótico que hará la diferencia? ¿por qué no focalizarnos únicamente en la razón o pasión que nos impulsó a ese acto de consumo, es decir, la satisfacción propia de tal gusto o placer? Una vez más, los mecanismos son extraños o nos extrañan, nos hacen distanciarnos incluso de nosotras/os mismas/os a fin de forzarnos a formar parte de una rueda predeterminada por otros, y en esta rueda rodamos disfrazados, como podemos, con lo que podemos y, si tenemos suerte, a veces conformes a nuestra identidad o respetuosos de nuestra esencia.
Un amigo-hermano madrynense, Rafael(2), voluntariamente radicado hace años en Madrid, actor, acróbata, equilibrista, malabarista (y muchas otras profesiones que nos sacan sonrisas) dijo acerca de sus disfraces: “Es un disfraz, un abrigo que te protege del frío de las modas. El más poderoso y pequeño disfraz es una nariz roja. A partir de ahí, todas las Artes están invitadas a retocar el vestuario. En la vida social, me disfrazo de "Mi". "Mi" no lleva nariz roja, y es algo a lo que me intento parecer, sin éxito. Cuando trabajo es lo contrario y mis disfraces son más extremos. De hecho más conforme estoy, cuanto menos me parezco a "Mi". No hay disfraz, sin al menos un ápice de Arte. Creo que me disfrazo, porque cuando sea grande, quiero ser Artista...”
Rafa nos deja otra opción que se suma, pensar el disfraz para ser una/o o muchas/os, para que las fuerzas opuestas se atraigan y enriquezcan, para ser posibilidades, para jugar a ser grandes… y el que no, una prenda tendrá.
(1) www.letra.org (consume hasta morir – yo, yo y yo style life)
(2) Rafael Dante Rúa Sánchez. www.chimichurricirco.com
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