sábado, 11 de septiembre de 2010

abAjo


¿Qué pasa si invertimos la forma dominante occidental de concebir el mundo? Si proponemos mirar con los ojos de la pacha y no con los ojos de un dios celestial, si proponemos que el abajo es mejor que el arriba.
En los monoteísmos cristianos, judíos o musulmanes se han planteado dioses que viven en el cielo y desde allá nos miran (o vigilan), lo terrenal se acerca a lo infernal, y ni hablar lo subterráneo.
Para estas concepciones, la mujer es más terrenal, tiene ese momento truculento donde se acerca a los animales (que son, para estas ideas, otra cosa distinta, a la que nosotros no perteneceríamos).
Tomar la pachamama como ente de veneración es una postura radicalmente distinta en la relación con nuestro tan vapuleado ambiente, lo mismo es tomarla como metáfora: una madre, una tierra que nos cobija y nos da, y a la que deseamos cuidar, a la que realmente adoramos en el más tierno de los sentidos.
Algo semejante sucede con la otra corriente occidental relacionada con la dicotomía espíritu vs. materia, donde tanto la filosofía platónica como la ciencia o la economía coinciden en que quienes trabajan con la materia (están mano a mano con la tierra y los animales, o ponen el lomo en la fábrica) son menos valorados que quienes piensan, teorizan o son propietarios de algo sobre lo cual no laboran.
Los números se alejan de lo que numeran hasta ser ellos la cosa, y las cosas numeradas esperan que cambie su valor para valer.
Las palabras hablan por las cosas y las cosas comienzan a estar en peligro de extinción para simplificar el lenguaje.
El pie no pisa el suelo, se envuelve de una media y una zapatilla y esta pisa el asfalto o la losa, que previamente alisó el suelo. La naturaleza original se distorsiona con la ciudad y la miramos por televisión refabricada en las publicidades. La educación se hace entre cuatro paredes y el sentido del gusto es víctima de los saborizantes.
Por alejar nuestros sentidos del suelo es que hay smog en el cielo, la capa de ozono agujereada y los huracanes descontrolados.
Por un momento, aunque sea largo… sepámonos animales, enlazados con otros animales y plantas… miremos desde abajo.

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