“Ved en trono a la noble igualdad”
El himno nacional que cantamos desde pequeños/as y que probablemente este año se cante más a menudo (ya sea por el bicentenario o por el mundial de fútbol), es una obra bellísima, deliciosa, ¿digerible? ¿internalizable?
¿El grito sagrado fue escuchado, comprendido, resuelto? ¿finalmente se rompieron las cadenas?
Igualdad, libertad, son principios que debieran regir la vida de cualquier pueblo que se denomine a sí mismo como democrático, entendiendo también que cada democracia es una experiencia única e irrepetible en tiempo y espacio, que debe respetar y responder a las características singulares de cada grupo social y que tiene el deber de resultar integrador y no excluyente de sus miembros.
El pasado día 1º de abril, la ciudad de Puerto Madryn fue visitada por Adolfo Pérez Esquivel, quien nos brindó la oportunidad, paradójicamente, de encontrarnos con hermanas y hermanos de las comunidades mapuche-tehuelche de nuestra región.
La mencionada visita respondió a una convocatoria del foro ambiental y social de la Patagonia, en función de reafirmar nuestro derecho de decir no a la megaminería y luego, en consecuencia, se transitaron inquietudes vitales para cualquier pueblo que desee vivir según los principios mencionados al comienzo.
Las palabras de Jorge Pilquiman resultan representativas del sentimiento de la comunidad mapuche-tehuelche, miembro de nuestra democracia y partícipe de las notas del himno nacional.
Jorge siente que hay una constante violación de los derechos humanos, que sufren desalojos y de manera reiterada “levantan” comunidades enteras. Pero también siente que hay esperanza y que resulta hoy necesario hablar con las palabras de la tierra: integración, sentirse parte de la tierra, hermanos con los otros… y que también hay una responsabilidad en la defensa de esa tierra, necesidad de una participación activa. Jorge siente que hoy no hay una democracia real y participativa, inclusiva, que los tenga en cuenta de verdad. El cree que la unión debe darse a través de la multiculturalidad y la participación, cree que es necesario hermanarse, respetarse, integrarse…
Jorge proclama (y reclama) esa noble igualdad, aguarda con esperanza que el grito sagrado de los pueblos originarios sea escuchado, anhela que finalmente se logren romper las pesadas cadenas.
El himno nacional que cantamos desde pequeños/as y que probablemente este año se cante más a menudo (ya sea por el bicentenario o por el mundial de fútbol), es una obra bellísima, deliciosa, ¿digerible? ¿internalizable?
¿El grito sagrado fue escuchado, comprendido, resuelto? ¿finalmente se rompieron las cadenas?
Igualdad, libertad, son principios que debieran regir la vida de cualquier pueblo que se denomine a sí mismo como democrático, entendiendo también que cada democracia es una experiencia única e irrepetible en tiempo y espacio, que debe respetar y responder a las características singulares de cada grupo social y que tiene el deber de resultar integrador y no excluyente de sus miembros.
El pasado día 1º de abril, la ciudad de Puerto Madryn fue visitada por Adolfo Pérez Esquivel, quien nos brindó la oportunidad, paradójicamente, de encontrarnos con hermanas y hermanos de las comunidades mapuche-tehuelche de nuestra región.
La mencionada visita respondió a una convocatoria del foro ambiental y social de la Patagonia, en función de reafirmar nuestro derecho de decir no a la megaminería y luego, en consecuencia, se transitaron inquietudes vitales para cualquier pueblo que desee vivir según los principios mencionados al comienzo.
Las palabras de Jorge Pilquiman resultan representativas del sentimiento de la comunidad mapuche-tehuelche, miembro de nuestra democracia y partícipe de las notas del himno nacional.
Jorge siente que hay una constante violación de los derechos humanos, que sufren desalojos y de manera reiterada “levantan” comunidades enteras. Pero también siente que hay esperanza y que resulta hoy necesario hablar con las palabras de la tierra: integración, sentirse parte de la tierra, hermanos con los otros… y que también hay una responsabilidad en la defensa de esa tierra, necesidad de una participación activa. Jorge siente que hoy no hay una democracia real y participativa, inclusiva, que los tenga en cuenta de verdad. El cree que la unión debe darse a través de la multiculturalidad y la participación, cree que es necesario hermanarse, respetarse, integrarse…
Jorge proclama (y reclama) esa noble igualdad, aguarda con esperanza que el grito sagrado de los pueblos originarios sea escuchado, anhela que finalmente se logren romper las pesadas cadenas.
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